Martin Joffré es el bajista, compositor, y fundador de la banda boliviana Lou-Kass, quienes a inicios de los 90’s rompieron los paradigmas de la música contemporánea hecha en Bolivia.
El año pasado -2019- Martin Joffré defendió los 25 años del disco Akasa con presentaciones exclusivas para dejar en claro que lo hecho fue de alma, vida, y corazón, marcando para siempre en la historia de los miles de bolivianos alrededor del planeta que han bailado, enamorado y enfiestado con su música.
En exclusiva para LaCarne Magazine, conversamos con Martin Joffré el creador de grandes éxitos y canciones que siguen sonando en las FM’s -radios- y fiestas públicas o privadas hasta el día de hoy.
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Martin Joffré
Martin Joffré ¿Cuándo fue la primera vez que quisiste ser músico?
La verdad es que más que querer ser músico, es cuándo te llama la atención la música. Yo creo que a los 5 a 6 años, cuando escuché y veía las caricaturas de los Beatles en la televisión.
Ese fue el momento en que sabía que me gustaba la música y quería hacerla. Posteriormente decidí como profesión a los 17 años.
¿Cuál fue el primer proyecto musical que tuviste, Martin Joffré?
Fue una banda escolar, y teníamos el nombre del colegio (Excélsior), a los 13 años. Defendíamos al colegio porque ellos nos daban todo -digamos que el grupo musical del colegio- en Santiago de Chile.
Viví toda mi vida en Bolivia, excepto ese año que fui enviado al internado -en el ‘84-. Hasta ese momento yo aprendí a tocar la guitarra, a mis 11 años. Empírico -autodidacta-, como se dice.
¿Cómo se da el génesis de Lou-Kass?
Al volver del internado precisamente, mi hermano, Juan Pablo Joffré, era el cantante de una banda de Rock llamada Fox, un grupo de amigos de la zona sur de La Paz.
Ellos tenían una banda, al ser él miembro, y yo llegando de Chile -teniendo mi experiencia fabulosa con el grupo de Rock del colegio- inmediatamente yo estaba ansioso por tener una banda.
Mi hermano me dice que en su grupo el bajista iba a retirarse, y, si yo quería, entraba a tocar el bajo (en ese momento tocaba la guitarra). A partir de ahí los integrantes eran nada más y nada menos que Rodrigo “Grillo” Villegas (en la guitarra), y Rodolfo Ortiz (en la batería). Básicamente ese grupo se volvió Lou-Kass en el futuro.
¿Y ahí es que aparece Christian Krauss?
Más que aparecer Krauss, surgen los escenarios para poder tocar. Hasta ese momento yo tenía 19 años, y todo lo que habíamos hecho era “por amor al deporte”. Nunca recibíamos ni un solo centavo por tocada, ¿no?
En esa época la mayoría de edad eran los 21 años -en la década de los 80’s, comenzando los 90’s-. Entonces Grillo -que tenía 21-, ya podía ir a los boliches y conocer ese lugar que era “El Socavón”.
El mítico Socavón… ¿Cómo era?
Se puede decir que era un “Centro Cultural”, un local, un “Bar Cultural”, en donde había algunas opciones para poder tocar y para presentar nuevas propuestas, que era lo más interesante.
Entonces, si tú querías encontrar algo nuevo, ahí lo encontrabas. No lo encontrabas en otros lugares, no se arriesgaban a nada, sólo lo clásico. No intentaban hacer nada nuevo. No había opción, y en este lugar sí.
Entonces Grillo Villegas empezó a tocar con Drago Dogan, con Rodo Ortiz. A raíz que Drago no les pagaba muy bien -jajaja- esas noches, es que deciden llamarme y decirme: juntemos la banda o armemos una banda nosotros, porque apareció un cantante y músico de Alemania.
Y ése era Christian Krauss, quien era un mochilero que iba al Socavón. Siempre había un momento donde podías invitar a alguien al escenario a tocar.
¿Los “Jam-Sessions”?
Los “Jam Sessions”. Entonces Krauss en una ocasión se subió, y ahí vieron que canta genial, y además tocaba la percusión de una forma extraordinaria.
Deciden dejarlo al Drago, y le dijeron al Krauss: hagamos una banda contigo y nosotros traemos al bajista, que era yo. Es ahí donde nos juntamos otra vez los que éramos Fox (‘85 al ’88), pero ya con otro estilo musical, con otra dirección musical.
¿Cómo fue que el nombre Lou-Kass apareció? Ese nombre mágico…
Como has dicho tú, ha sido bien mágico (jajaja). Si bien estaba la banda – Krauss, Villegas, Ortiz y mi persona- tratando de decidir el nombre, nos acompañaba un gran pintor llamado Sol Mateo.
La idea del nombre es que pudiéramos ponerle un nombre y apellido, como Red Hot Chilli Peppers. Era algo que buscábamos. Lo interesante fue que indagábamos entre una y otra cosa, y decidimos poner el nombre Lou-Kass como un juego de palabras.
Y en ese momento “LU…KAS” sonaba interesante, pero dijimos que se llame La Nave de Lou-Kass. Entonces el pintor Sol Mateo -dueño del Socavón- nos estaba dando la mano de cómo nos podíamos llamar.
En España hay un refresco que se llama “Kas”, creo que es con una “s”, nosotros hemos jugado un poco con eso. En alguna ocasión es un mezclador también, entonces te tomas un “Ron Kas”, “Vodka Kas”, “Gin Kas”, ¿entiendes? “Lu Kas”-jajaja- lo tomamos como el mezclador, ¿no?
¿En el mismo Socavón estaban hilvanando el nombre? ¿En esas sesiones bohemias?
Exactamente, tal cual. Ahí reunidos en una mesa, sentados, riéndonos, haciéndonos la burla de todo. El Socavón era como un “templo”. Si vas a tocar ahí, vas a subir de nivel, tu estima también.
De esa aparición del nombre (Lou-Kass), ¿cuánto tiempo tardan en debutar?
Unas dos o tres semanas. Ya teníamos una fecha -octubre del ‘90-.
¿Qué composiciones estaban ahí? ¿Ya presentaron Escrúpula?
Sí, sí, sí. Ya estaba… prácticamente el primer disco ya lo teníamos, por eso nuestra intención era invitar al productor de Discolandia (Juan Carlos Gutiérrez) a que nos escuche, y veo el público, su reacción, toda esa cosa…
Tocábamos nuestras propias canciones. Lo que pasa es que nosotros teníamos una estrategia bien interesante. Empezamos a tocar Rock en español de bandas alternativas. No el “greatest hits”, no tocábamos la cúpula de Soda Stereo ni los Enanitos Verdes.
¿Recuerdas qué tocaban?
Claro, nosotros hacíamos covers de grupos alternativos que eran Top como Los Redonditos de Ricota, que no conocía acá casi nadie. Sumo, por ejemplo. Titas de Brasil, traducíamos al español.
¿Traían un aire Reggae también?
Claro, tocábamos Bob Marley, que en esa época no era muy conocido.
¿Cuál fue la estrategia?
En medio de esas canciones, tocábamos las nuestras. Por ejemplo, La vaca cubana. Terminaba esa canción y le metíamos Escrúpula, y luego La rubia tarada o Los viejos vinagres, y después tocábamos 2 Años, que son temas nuestros.
¿Eso es el ‘92?
No, es el ‘90 – ‘91. La gente no percibía de quiénes eran las canciones.
¿Cómo llega el primer disco con esa portada tan enigmática?
Nosotros teníamos ganas de componer, como te decía, de hacer una propuesta nueva. Entonces, cuando empezamos con Lou-Kass, hemos llegado con las canciones.
Teníamos un estilo incursionando en el Funky, Rock, Reggae, al mismo tiempo como que empezamos a componer un poco con eso. Nosotros nos las íbamos a buscar.
¿En qué año sale el álbum?
El ‘92.
¿Tenían las puertas abiertas de Discolandia?
Claro, porque había una estrategia de cómo poner las cosas. No queríamos emocionar a la gente porque tocábamos So Lonely, no tocábamos Another Brick in the Wall. ¿Entiendes lo que te estoy queriendo decir?
La repercusión fue increíble ¿Qué memorias te trae ese primer disco?
Ha sido un álbum bien batallado, ha sido muy interesante. De todas maneras, no éramos los únicos. Coda 3 también ya había sacado su segundo disco, Dies Irae…
Ya en ese momento como que todos empezamos a salir. El productor de Discolandia vio una buena cepa de músicos, en realidad de bandas, que estaban dando una alternativa.
Lou-Kass lo hacía de manera diferente, ¿no?
Claro, nosotros tocábamos nuestras canciones. Era como una estrategia de fútbol, el orden de las canciones era súper importante. ¿Cuál primero? ¿Cuál después? ¿Qué les vamos a hacer sentir? Son canciones que no conocen, a lo mucho conocen Escrúpula, y va más por ahí… ¿no?
¿Y cómo les tocamos ésta? ¿Y qué es lo que les tenemos que decir? Pero era así, nosotros no teníamos miedo de presentar nuestras canciones porque desde el principio hacíamos covers de canciones que la gente no conocía. Hemos roto con el miedo.
El álbum Akasa, su segundo álbum, parte con la “historia de la música contemporánea boliviana”, cambiándola. Rompiendo ejes. ¿Qué recuerdas de esta etapa creativa? ¿Qué anécdotas rememoras en esta época?
El Akasa es un gran disco, ¿ya? Fue una época donde nosotros estábamos con mucha creatividad, de mucha sensibilidad con la gente.
Es que ese disco realmente ha sido muy bueno y muy fluido, ¿no? Porque después del primer álbum hemos estado componiendo, nunca dejamos de hacerlo. Es más, estábamos tan acostumbrados a hacer las pruebas de sonido y ahí componíamos canciones.
¿Con esa magia han cocinado el Akasa?
Claro, con esa magia que sentíamos. Cada vez que teníamos una presentación. Entonces, la prueba de sonido no era -sí, sí, check, ya sonó, vámonos y volvemos-, ¡no! Era la preparación para esperar a la gente. Tocábamos, y de ahí empezaron a salir muchas canciones.
Feel High nace en una prueba de sonido. Cantábamos lo que estaba pasando ese momento, había una atmosfera de tanta creatividad -de tanta conexión- con la vida, con el momento, con el tiempo, con los equipos de sonido.
Cuéntanos del himno Feel High. ¿Cómo fue la concepción?
Yo medio que tenía la base, entonces al Rodo le digo “toca un poco”, y empiezo a hacer la línea de bajo de Feel High, a probar el micrófono, y cantar encima “ta na na na na… is a reggae music…”. O sea, slameando un poco.
El Krauss sube a probar el mic. Él dice “a ver, seguí tocando eso”, y cantamos. Entonces ahí empezamos a cantar y crear Feel High, porque estábamos muy enganchados, muy conectados.
Había mucha magia, además de la fama encima. ¿Deciden editar la canción?
Claro, ya estábamos famosos. Entonces, cuando terminamos de hacer Feel High, no la tocamos nunca en vivo, sino que directamente la fuimos a grabar. La sacamos en cassette como single.
Ese material es una joya para la colección de música boliviana. ¿Tienes ese single que es una versión diferente a la que salió en el álbum?
¡No! Hay que conseguirla… Es la versión muy diferente porque la grabación es análoga, registrada en el “viejo” Studio de Discolandia.
Recuerdo que hemos hecho los teclados en un Synth Yamaha SY1, era un aparatito pequeño. Entonces la lanzamos como corte para continuar esa idea de seguir grabando discos. Feel High se volvió número 1 en un ratito.
La disquera nos exige que hagamos un segundo álbum.
¿Cómo fue la producción de la segunda placa discográfica?
Del ‘93 al ‘94 hemos grabado rápido, ya teníamos todo en la cabeza. Sabíamos bien lo que hacíamos. El Akasa fue mejor pre-producido que el primer disco.
Yo a esas alturas me había comprado una Portastudio 4-track, entonces decidimos hacer el disco buscando las 10 mejores canciones. Teníamos de 16 a 20.
Y ese material, ¿quedó archivado? ¿Lo tienes?
Claro, está ahí. Hay canciones buenísimas que nunca salieron, así como los Beatles y su “Antología”, igual. Nosotros ya grabábamos las canciones.
Por ejemplo, una de las canciones que no iba a salir en el disco era No reces al sol porque la he escrito para una persona especial, y era para ella.
¿Cómo logra editarse en el álbum?
El director de cine Marcos Loayza nos pidió una canción para la tele serie “Radio Pasión” que se estaba produciendo. Decidí compartir la composición con el Grillo, que luego de escucharla me sugirió presentarla para el soundtrack.
Loayza nos dice: chicos, cómo me van a traer esta porquería de canción… ¿No la quieres tú? Votación en la banda y ese tema entró en el disco.
No reces al sol ni estuvo en las listas Nº1, ni la ponían en la radio. Se convirtió en la canción favorita de la gente.
Estábamos en el Teatro al Aire Libre en 1994, lleno total. Listos para la presentación oficial del Akasa. Se escuchaban rumores de que el vocalista había abandonado el grupo. En el momento del show ustedes tres lo hicieron increíble, logrando grabar en vivo la actuación para un póstumo disco en directo. ¿Cuáles fueron las circunstancias para que Krauss deje la banda, sin defender ni promocionar el nuevo material? ¿Qué paso?
Krauss grabó el disco y se fue, extrañaba mucho a su mamá. Ucha… creo que estábamos viviendo un momento difícil, un momento muy loco, donde la fama te vuela la cabeza además.
Somos personas simples, sencillas. No hay ni los medios, estoy hablando de productores, de managers. Peor aún, no había el aspecto de la “industria musical”. Porque es un aspecto psicológico, porque es una dimensión diferente.
¿Eso afectó a la estabilidad emocional de la banda?
Yo creo que sí, absolutamente, y en especial a Christian Krauss, quien quería volver a Alemania. Luego de grabar el Akasa, él jamás conoció lo que ocurrió con el disco.
Representaron el disco sin el vocalista, ¿cómo lo lograron?
Ha sido realmente increíble – Grillo Villegas, Rodo Ortiz y Martin Joffré – el 24 de agosto del ‘94. Fuimos muy valientes en defender uno de los discos más “épicos”.
¿Y fue inevitable la partida de Krauss?
En ese momento, lo puedo decir de esta manera, “la locura” era…, no te digo incontrolable, era una liga que se podía estirar demasiado, ¿no?
Entonces ya no reconocías si estaba todo bien o si estaba todo mal, si era correcto lo que estabas haciendo o no. Ya no podías medir las distancias de los límites, porque eso es lo que ocurre. O sea, ya no conoces límites.
En 1999 retorna la banda completa con un par de conciertos para registrar en vivo el disco doble que salió editado bajo el nombre de Akisitos I & II. ¿Cómo fue la experiencia del reencuentro I? ¿Qué rememoras de aquel fin de milenio?
En realidad, era una filmación -iba a ser un video-, pero la empresa que filmó borró todos los masters. Antiguamente se grababa en U-Matic (cassettes de cinta), los borraron de accidente. Tampoco nos devolvieron el dinero, ¿no?
Para el 2008 se reunieron -el segundo reencuentro- con varias actuaciones en vivo y directo. Una nueva generación pudo disfrutar de sus presentaciones, con un show en particular realizado en el Hall del Palacio “Quemado” de Gobierno, y un par de noches -a lleno total- en el Teatro 16 de Julio. ¿Volverá Lou-Kass en esta época de cambio que atraviesa la humanidad?
Yo creo que esto nos aleja. Hubo una época -hace dos años atrás- con la posibilidad de unir a la banda, pero no se pudo dar. Es muy triste que no nos hayamos juntado y muy raro.
Martin Joffré ¿Quiénes son tus influencias en la música?
Eh… The Beatles -de entrada-, y The Police, son mis grandes influencias. Muchas otras bandas que me marcaron como los Tears for Fears, Soda Stereo -quienes fueron mi “lo puedo hacer”-.
Quizás un poco Charly García, pero más que todo fueron influencias anglosajonas las que más me inspiraron y movieron el motor.
Llegó el cambio en tu vida, y Martin Joffré pasa a crear el grupo Thejila, dejando atrás la música de fiesta, de chacota, de joda, y en adelante emprendiendo un camino espiritual. ¿Cómo surge la banda? ¿Quiénes conforman este grupo?
Bueno, había una banda en la Congregación donde yo iba que se llamaba Jethro. En ella estaban los hermanos Zapata -Dante (guitarra) & Martín (bajo)-, y en la batería estaba Mauricio Salcedo -hijo del Pastor-. Luego se deshizo y formamos Thejila junto conmigo.
Era un proyecto juvenil cristiano, en el cual quería yo -personalmente- transmitir una verdad, no un cuento religioso. Además, con una identidad, es cómo yo me sentía -en esa época tenía 24 años- todavía era un muchacho.
¿Cuál es la discografía de Thejila?
Con Thejila tenemos 4 discos. El primero fue Tejiendo el alma (1997), el segundo fue Vivo (disco precisamente en directo), el tercero fue Invencible (2010), y el cuarto fue otro disco en vivo.
¿Ahí termina Thejila?
Sí, no logra concluir su música. También estuvimos en búsqueda de expandirnos al mundo. Teníamos un contrato -lastimosamente firmado, pero no ejecutado- con BMG.
En esa época las disqueras o sellos internacionales estaban retirándose de Bolivia. Estaban cambiando las cosas en el mundo, y el soporte digital empezó a arruinarles las ventas. En otras palabras: “la piratería”.
Con Thejila has compuesto grandes canciones como Dolor por Amor. ¿Qué recuerdas de esta etapa creativa?
Yo creo que todavía estaba viniendo un poco con las ideas de Lou-Kass, porque al ser otra banda, todos se adaptan de manera diferente. Yo en Thejila tocaba la guitarra, tener otro bajista, otro guitarrista, al tocar la guitarra también, todo cambia.
La conexión es diferente, es como salir con otra novia, ¿no? Dolor por amor es un Reggae – Rock, es un tema muy lindo inspirado precisamente en lo que yo llamaría el Evangelio, o sea, en resúmenes.
Empezaste en ese momento tu gran etapa de compositor y autor como Martin Joffré. ¿Qué anécdota recuerdas de aquella época?
Antes de tener Thejila, yo fui miembro -como músico famoso- del grupo de Ekklesía, el grupo musical de alabanza, y ahí también se componían canciones. Entonces yo compuse una canción que se llama Venció para ese grupo, y también la hemos interpretado con Thejila.
Y un cantante muy famoso, Marcos Witt, en el medio cristiano, se interesó por el tema, lo llegó a producir y también sacó su disco con mi canción, haciéndola internacional, y grabándola en 6 idiomas, incluyendo japonés.
¿En ese momento llegaste a ganar de Derechos de Autor? ¿Qué más recuerdas de aquel instante?
Sí, por supuesto. Yo animo a los compositores a que registren sus canciones, porque eso les genera regalías. Entonces lo que ocurrió es que me buscó el productor de Cristian Castro para componer canciones para el disco Azul.
Yo rechacé esa posibilidad, precisamente porque no lo vi bien. Quizás estaba sumergido en esa espiritualidad que ni yo mismo la estaba entendiendo.
Martin Joffré ¿Cómo te sentiste? ¿Fue una buena elección?
No me di cuenta de lo que hice, y lastimosamente fui retirado del listado de los músicos compositores. Ése fue el error más intenso, se puede decir.
En el mundo internacional de la Billboard hay como una lista. De repente, si hay una canción que se hace N.º 1, en este caso Venció, te pone en un listado de quién es esa canción.
Te has rayado así, como decimos en La Paz. ¿Qué pasó entonces?
Me empezaron a buscar otros artistas y los rechacé a ellos más porque supuestamente había unas ideas, una visión espirituosa.
Martin Joffré ¿Estás preparando nuevo material?
Lastimosamente este asunto de la pandemia lo ha frenado todo. Yo tenía la intención de sacar pronto un disco, un proyecto. Pero un disco involucra presentaciones en vivo, giras, etc.
La pandemia hizo a un lado ese proyecto del disco, no como proyecto, sino las canciones. En este momento yo no cantaría las canciones compuestas para el disco.
Se necesita escuchar otra cosa, necesitamos transmitir otro mensaje. Sin embargo, al mismo tiempo, al margen de estar componiendo para mí, también estoy componiendo para otros artistas.
Capella Records, de donde salieron producciones de bandas como Trameline Ferret, Ícaro, Plika, etc. Has grabado y/o producido bastantes grupos y discos para el Rock boliviano, de esa manera has contribuido con tu sapiencia y experiencia a una nueva generación de músicos. Martin Joffré ¿Qué recuerdas de tu etapa de productor?
He disfrutado de todos y cada uno de ellos. Trameline Ferret ha sido el debut. La idea de Capella Records era dar un servicio a los grupos emergentes, porque a nosotros nos costó, o sea, no fue gratis. Si bien la llevábamos en el corazón, no teníamos las facilidades.
Los discos, en esa época no estábamos preparados, no sonaban con el nivel internacional, ¿te das cuenta? Conocer y estudiar con algunas personas – Emilio Estefan, José “Chilitos” Valenzuela-, trabajando con ellos y sobre todo estudiando, pasaba cursos, talleres.
También con Brass Sweden, el Ingeniero de Michael Jackson, y con Eddie Kramer, quien grabó para Jimmy Hendrix, Led Zeppelin, etc. Entonces, metiéndome en eso y conociendo.
Eres compositor, cantante, guitarrista, padre de familia. ¿Cómo te has acomodado a la realidad boliviana para llevar tus ocupaciones, pasiones y profesiones?
Primero que Bolivia es un hermosísimo país para vivir, lugar que te da mucha paz, tranquilidad, ¿no? Facilidades en algunos aspectos, comodidades en otros, aunque pareciera que no es así.
La naturaleza es extraordinaria, el ecosistema es increíble. Siento que mi Bolivia es inocente, los bolivianos somos una nación inocente. Somos sencillos, no somos angurrientos.
Entonces, si uno lo ve de la forma correcta, es un buen lugar y una atmósfera de inspiración muy profunda.
Martin Joffré, te he visto el año pasado homenajeando a la banda Lou-Kass. ¿Cómo te fue?
Fue precisamente recordando los 25 años del Akasa en vivo, porque fue un disco muy valiente.
Sí, defender el Akasa es como defender el Let it be de los Beatles sin Paul McCartney, digamos. O sea, ha sido muy valeroso lo que hemos hecho, y porque nos ha marcado el principio de ser cantantes en el futuro de nuestros propios proyectos.
¿Cuál es tu tema preferido de Lou-Kass?
La verdad que todos los temas de Lou-Kass me llenan, son 20.
¿Editarías nuevo material de Lou-Kass, rescatando las sesiones del Portastudio 4-track?
Habría que escucharlo, para ver cuáles pueden salir.
Martin Joffré ¿Tienes algún hobbie?
Bueno, si ver YouTube es un hobbie, entonces sí (jajaja). Me encanta, me fascina esa plataforma.
¿Cuál es tu frase, lema o verso que te levanta el ánimo?
Yo no soy administrador, pero cuando se trata de mis propios negocios o de administrar lo que yo quiero, el que más sabe soy yo.
La otra es: “valórense mucho”. Es muy importante cuánto crees tú que vales. Aunque lo pidas a la gente y no te lo da, nunca renuncies cuánto verdaderamente vales.
Llegará el día en que realmente ese precio que tú sientes por ti mismo va a ser reconocido y visto por otros.
Martin Joffré ¿Algo más que quieras decir a toda la gente? Un mensaje de despedida.
A todos les deseo mucha paz, que haya siempre una unidad. Cambiar es bueno, cambiar hacia el prójimo, hacia el del lado.
Si bien la envidia no acabará nunca porque es un espíritu, hay que intentar dejar de ser envidioso. Ya basta. No sirve de nada serlo, no lo necesitamos. Reconcíliate con el vecino, con el hermano, y acabemos con ciertas cosas que ¡ya tenemos mucho!
Más información sobre Martin Joffré en el siguiente enlace:
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